lunes, 27 de febrero de 2012

Oración de la Serenidad. Boceto de la “S” capitular

Lo de la caligrafía “slow” iba en serio. Trabajo realmente sin prisa. 
Diseño, lo dejo reposar, cambio alguna cosa y vuelvo a mirarlo al cabo de unos días (reconozco que, en este deseo de lentitud, también influye que en mi trabajo ahora pase por una etapa de trajín, por lo que utilizo la caligrafía para relajarme).
Me gustaría que el resultado fuera hermoso, pero ahora estoy centrado en el proceso: no me preocupa tanto la meta como el camino. 
Estoy convencido de que se pierde mucho cuando se llega a un lugar sin haber disfrutado de los paisajes previos, no importa si ese lugar es la cima de una montaña, el altar de una catedral gótica, una comida, una relación personal o un sencillo trabajo caligráfico.
Ahora me planteo los colores. Quiero significar el Arbol de la Ciencia y la Serpiente del Paraíso, pero también el Yin y el Yang, el Cielo y la Tierra, el equilibrio. Incluso me planteo si utilizar una imitación de pan de oro que tengo guardado desde hace años para los frutos del árbol; pero es algo que nunca he hecho y no sé si finalmente correré el riesgo.
Seguiré poco a poco.

Ferdinandus, d.s.

miércoles, 22 de febrero de 2012

Caligrafía viajera: Schwarzwald


Una de las cosas que me exasperan de este país mío es el poco cuidado que suele manifestarse por los espacios públicos. El poco cariño con que se trata al paisaje urbano; la escasa dedicación para embellecer las calles y las casas; el mínimo apego a una tradición decorativa y arquitectónica ya desaparecida o en vías de extinción.
Cierto, hay excepciones y auténticos rincones placenteros: en un sitio se engalanan patios, en otros se cuidan edificios.... pero no me refiero a casos concretos, sino a una situación generalizada. La mayor parte de nuestros pueblos, si exceptuamos lo que queda de un casco antiguo no siempre bien conservado, son terriblemente impersonales; “modernos”, en el peor sentido de la palabra, como avergonzados de sus orígenes.
Los pueblos germanos, en cambio, sin renunciar a los avances, suelen conservar una fisonomía clásica, basada en formas arquitectónicas tradicionales, que hace que cualquiera nos parezca hermoso, y usan sin miedo la caligrafía, sobre todo variantes de la gótica. Con ella escriben los nombres de sus calles, anuncian sus negocios, decoran las fachadas de sus casas. Y hasta cuidan, con ella, las etiquetas de sus licores.
El verano pasado estuve en la Selva Negra y disfruté, sencillamente, paseando. Casi a puntos de irnos, cerca de las cascadas de Triberg, entramos en una tienda de artesanía de la madera y, en una bodeguita anexa, encontramos unas cuantas botellas de kirsch. No pude resistir la tentación de traerme una. 




No soy aficionado al licor de cerezas, pero en esta noche fría he decidido tomar una copa. Lo reconozco, movido, simplemente, por el detalle de la etiqueta. No puedo evitar que me pierdan las letras y las ilustraciones.

Ferdinandus, d.s.

lunes, 20 de febrero de 2012

Oración de la Serenidad. Primeros bocetos.

Voy a comenzar un nuevo trabajo. Se trata de los primeros párrafos de la Oración de la Serenidad, y he comenzado a hacer bocetos. El primero en el que estoy trabajando es en el de la “S” capitular y, dentro de ella, pensaba colocar un árbol con un pergamino enrollado al tronco. Empecé copiando de algunos elementos arquitectónicos que había fotografiado hace tiempo, pero finalmente decidí hacerme una plantilla. Ahí van algunas ideas. El modelo que utilizaré finalmente será el de la derecha. A la izquierda, el mismo a partir de la plantilla.



sábado, 4 de febrero de 2012

Declaración de principios: Sin prisa (Slow Calligraphy)

Según cuentan, el movimiento Slow (“lento”) arranca en 1989 de la mano del periodista Carlo Petrini cuando descubre, en su Roma íntima, la apertura de un restaurante americano de comida rápida (fast food). Decide entonces que la cosa ya ha llegado demasiado lejos y empieza a predicar una nueva de filosofía de la alimentación —la slow food— que será la base de todo. 
La idea es sencilla: no sólo hay que comer más sano y productos más cercanos, sino, sobre todo, de forma más lenta, dándonos el tiempo de paladear y degustar pero, sobre todo, de compartir esa comida con quienes amamos.
Posteriormente otros seguidores aplicarán esta filosofía al diseño urbano, a la educación... e incluso al sexo. Acaba de montarse el movimiento “slow” —cuya imagen de marca es un caracol—, que impregna cada vez más ámbitos de la vida.
Yo tenía ideas generales sobre el tema, pero no supe que había llegado tan lejos hasta que, en 2005, leí el Elogio de la lentitud de Carl Honoré.
Tuve la suerte y el placer de entrevistarlo con motivo de la publicación de ese libro y del siguiente —Bajo presión— y en ese intermedio fui dándome cuenta de que lo mejor de esta filosofía era su sencillo sentido común. 
Así que fui tomando conciencia de que necesitaba ralentizarme más a menudo, ir más despacio con más frecuencia; ser capaz, al menos en determinados momentos, de darme el tiempo necesario para hacer simplemente lo que me apeteciera.
Y, en esta línea, ahora hace un par de meses, decidí retomar una vieja afición y volver a dedicarme, en algunos de mis ratos libres, a caligrafiar frases y textos, a iluminar mayúsculas, a escribir cartas. 
Explico todo esto para significar que, para mí, caligrafiar no es únicamente un hobby; forma parte de una filosofía a cuya teoría me adhiero y busco hacer de su práctica una parte de mi vida: la reivindicación de la lentitud. 
Sólo desde esta perspectiva entiendo las horas que paso decorando una orla, diseñando una capitular, pensando un motivo.
Bien pensado, “caligrafía sin prisa” no es más que una redundancia.
Ferdinandus, d.s.
Si piensas que puede interesarte el movimiento Slow:
Para empezar el paseo: 
http://movimientoslow.com/es/filosofia.html

Para leer con calma y meditando: 
Honoré, Carl (2005).— Elogio de la lentitud. Barcelona, RBA Libros.
Honoré, Carl (2008).— Bajo presión. Barcelona, RBA Libros.
(Carl Honoré no es tanto un ideólogo como un divulgador. Y lo hace realmente bien, así que recomiendo su lectura)
Las dos entrevistas a las que hago referencia fueron publicadas en la revista  Cuerpo Mente, números 157 (mayo de 2005) y 201 (febrero de 2009) respectivamente.

miércoles, 1 de febrero de 2012

Recuerdos de Año Nuevo

Una vieja costumbre nuestra ha sido enviar a familiares y amigos una felicitación navideña. Algunos años las realicé yo mismo y hoy, buscando y ordenando, he recuperado algunas. Y me he percatado de que no siempre el paso del tiempo mejora las cosas.

Ahora que intento recuperar esta afición casi olvidada me ha parecido bien revisar de dónde vengo para intuir mejor hacia dónde dirigirme.
Ferdinandus, d.s.