viernes, 11 de marzo de 2016

Poeta i llaurador soc…

Traducir un texto siempre es difícil. Un poema es tarea casi imposible. Suelen perderse el ritmo, la cadencia, la rima. No voy, pues, a intentarlo. Para los que no sepáis catalán, señalar que en los dos versos finales habla de labrar como un poeta y escribir como un labrador.
Este fue el primer poema que leí del clérigo Jacint Verdaguer i Santaló (conocido como Mossèn Cinto Verdaguer, 1845-1902), y no fue en un libro, sino en la pared de una hípica de Sant Cugat. Fue hace muchísimos años, pero lo he recordado siempre.
Hoy lo recupero como un trabajo de caligrafía pensando en un amigo, Tomás Mata, que une en su trabajo y en su vida su talante poético —aunque no escriba poesía— con su afición por la huerta. Tanto él como su esposa Jenny son, desde hace mucho, de las pocas personas en cuyo gusto confío para la elección de lecturas y recuerdo siempre con cariño las comidas compartidas delante de su casa, en la Alta Garrotxa. Cerca de su huerto, protegidos del sol por una parra y de las adversidades por una buena amistad.
Por cierto, si eres un seguidor de los huertos —urbanos o rurales— te aconsejo su página (http://www.huertos.org o https://www.facebook.com/huertos.org) y la lectura de su libro: “El huerto curativo”, que lleva el sugerente subtítulo de “Una guía para plantar tomates y cosechar felicidad”.

A nivel técnico:
Lo he realizado sobre un pergamino de 31 x 17 cm. utilizando los materiales habituales pero quisiera hacer algunas puntualizaciones: 
  1. Tuve problemas con algunas tintas, ya que se “corrian” ligeramente, lo cual no permitió relajarme todo lo que deseaba. El entintado interior de las minúsculas lo hice, pues, con acuarela, que tampoco acabó difuminándose como yo hubiera deseado.
  2. Esta vez me estrené con pan de oro de verdad, sobre una base nueva que me habían recomendado (gesso, bol de armenia y un poco de agua azucarada). El resultado a primera vista me gustó, pero al intentar bruñirlo me di cuenta de fallaba algo, por lo que no insistí. Finalmente, siguiendo consejos, le di una mano de barniz protector, pero perdió parte del brillo y dejó un ligero relieve desigual. No lo volveré a hacer. Al menos de momento.
  3. Para hacer los puntitos blancos sobre el fondo rojo —gouache—, al principio utilicé tinta (Winsor & Newton) pero la plumilla se atrancaba demasiado a menudo. Luego probé con pincel, pero era tedioso, así que finalmente —y lo sé, no es muy ortodoxo— opté por un rotulador blanco de punta fina (Artline 444 XF) y me fue de fábula.

Y éste es el resultado final. Espero que te guste, Tomás.

Ferdinandus, d.s. bajo el signo de Piscis

2 comentarios:

  1. Otro nuevo compendio de maravillas. Tema, proeso, materiales y brillante ressultado final.

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  2. Gracias, José. Como ves, yo también hay cosas que abro de tarde en tarde.

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