sábado, 2 de julio de 2016

Huertos Familiares. Bocetos. 1.

Siempre me han admirado los filósofos presocráticos; de entre ellos, he destacado en más de una ocasión —aunque sin citarlos— a los hilozoístas jónicos: de forma paralela a las religiones animistas, pretendían que toda la materia estaba animada por la vida y que cualquier objeto, natural o elaborado, posee un ánima.
Gente habrá que se ría de estas creencias. Allá ellos. Yo —que no suelo reírme de ninguna— a veces me siento tentado por éstas cuando trabajo en caligrafía.
Y es que sospecho que en cada trabajo no sólo intervengo yo sino que, llegado a cierta etapa de madurez, es el mismo trabajo el que interviene, interfiere, propone y soluciona.
Hay trabajos que van como solos. Se empiezan y se terminan. Otros, en cambio, reclaman tiempo, exigen reposos, requieren reflexiones —no mías, ojo, sino suyas.
Los dos que ahora comienzo a publicar son de esa segunda clase. 
En las postrimerías del año pasado un sobrino, David, me pidió que le caligrafiara unas palabras: había adquirido un terreno para empezar una experiencia de huerto biológico y deseaba que yo hiciera una especie de rótulo en papel. Enredando en mis archivos encontré una vieja fotografía de un fresco de la catedral de Gante y me pareció un buena fuente de inspiración. Así que empecé a trabajar con calma. Pero, cuando ya estaba un poco claro lo que pretendía, mi mujer me comentó que quizás estaba equivocado y no era eso lo que nuestro sobrino demandaba.
Lo llamé para salir de dudas y sí, mi esposa llevaba razón; me pedía era algo más sencillo. Así que dejé de lado mis bocetos y realicé algo nuevo y totalmente diferente. A finales de Enero de este año estaba listo y se lo entregué (http://ferdinandusscripsit.blogspot.com.es/2016/01/raco-de-larboc.html). 
Él nunca supo de aquel primer proyecto; yo nunca pude olvidarlo. Así que a lo largo de estos siete meses, entre trabajo y trabajo, he ido volviendo, enredando, experimentando con variaciones, dejando reposar… Los publico ahora, a punto de acabarlos. Porque finalmente no fue uno, sino dos. 

El primero, con el que comencé, estaba dedicado al Racó de l’Arboç (en castellano Rincón del Madroño), por abundar estos árboles en los alrededores. La idea era un madroño, cargado de flores y frutos, con un escudo del antiguo reino de Aragón —está en Cataluña—  y unas orlas donde escribir ese nombre y los apellidos de la familia.
Luego el tema se haría un poco más complejo.


Ferdinandus, d.s. bajo el signo de Cáncer del 2016 A.D.

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